30.12.11

Tiempo otra vez

El tiempo, el injusto.
Tiempo de estar y de no estar.
Tiempo otra vez.

Por mis venas (nuestras) corre tiempo. Es río de sangre que late y retumba en la aguja.
La sangre es tiempo adentro.
Estos ojitos ven todo y no pueden olvidar el tiempo.
De ellos no sale nada, no hay aliento de ellos.
Estos ojitos, ojos míos, son membranas, de tiempo, mundo, sangre.


Sólo dame tiempo. Un poco más.
(No hay manera de re-escribir esto)

¡Y esas tardes en la ventana de mami, con sus persianas, viendo los autos pasar (el mundo) por la 25 de mayo!

Dame aquél que no viene.
Queda él, y lo veo, una caricia detrás de los ojos.
O, si no, ¿para qué está uno allí parado, membranas abiertas? ¿Para qué aprendió uno a mirar? A mirar y escribir calor de tiempo para la sangre, calor que llega con los recuerdos.

Poco tiempo antes (¿poco?), lo que soy, completo, estuvo en mí. Pudo entrar en mí, y estuvo. Y es doscientas veces más difícil sobrellevar el ser, completo, en la conciencia de la sangre, detrás de los ojos, que en el aire que hace a la mente volar.

Hoy no. Otro día. Déjenme así por hoy.

29.12.11

El valor de las cosas

Una lágrima y un billete de cien dólares.
Una lágrima, una cosa, mil yenes, y la lágrima es humana y puede mojar.


Desde el cuerpo, una cosa, desde el ojo, una lágrima que moja.

Hoy tengo poco efectivo.