15.1.12

Uno, dos


Un mar ocupa la mente,
de fuerza desatada.
No encuentro el momento de volver.
Hay un amor por los aires.
Mil amor vuela.
Conozco el temblor súbito.
El aliento entrecortado.
La pérdida de foco.
El ruido de trenes en la cabeza.
Sucede cada tanto. Uno, dos.

Nos alimentamos de pollo muerto
y compu.
Poquito para el cuerpo.
Un pajarito y nada más.

Pero el amor, pájaro, ese amor mil, vuela.

Comprendo el movimiento.
Rota.
Una sola vez estamos vivos.
Y el movimiento rota.
Pobre de aquel, soy yo, que de pequeño y nunca sabe dónde está.

Es un círculo de metal esta vida donde todo sale porque tiene que salir.
Y no es casualidad y mucho menos descuido.
Es la vida lo que va saliendo, minuto a minuto, de los ojos.
Es la vida todo, poco, esto.
Renuncio al carro de la calecita y a ser el pétit cromado que rota.


9.1.12

Tokio

No te entiendo. Vaga letra fija toma sustancia en un lenguaje incomprensible.
Tokio. Letra que es todo. Sueño y figura. Letra que es carne. Idea y pintura.
Tokio, la incomprensible. Tokio que es todo.


Llevo pocos años en tu geometría. Entro y camino por tus bordes. El jugo antiguo surge en tus calles y forma las piedras del edificio. Las autopistas te acuchillan, aplastan tus puentes en la ribera sellada. Y aquellos muertos, solitarios, millones de muertos que te vieron, dan su jugo a las piedras para elevar el edificio.

Y todo crece. Todo es ahora. De ese jugo antiguo, impulso de las piedras, nace hoy todo. De todo lo que fue se forma Tokio incomprensible. Tus muertos se reflejan en el vidrio y suben.

Quizás por haber recién llegado, ya vivo y no muerto, a tu geometría, es que mi cuerpo no llega a ser el cuerpo de tus piedras. Quizás esta belleza incomprensible deba quedarse en mis ojos sin entrar. Camino tus bordes, Tokio, que marcan la forma de tus calles, sin entrar.

Es tu ruido para el sordo. Y es tu luz para el que no ve. Tu suelo es para quien no camina. Es todo lo que das para el que no puede comprender.

Algo se aprende, Tokio, al contemplarte: tu piedra es pulso vivo de tus muertos. Tu forma crece tomando el jugo que dejan ellos al caer.