Hay dos formas de ser uno.
Uno, dos.
Contémonos cuentos al ir a dormir.
Cuentos al ir al doctor.
No los cuento.
Uno, dos.
Trazo fino vida mía.
Confesiones de un niño de 30:
- Que nadie viene ya tan tamprano.
- Que los ojos están pegados.
- Que las piernas crecen
- y que los pies echan raíces.
- Que el básquetbol fue olvidado.
- Que alguien desea despertar y nunca más salir a la calle. Pero que sus ojos están pegados.
Transcribo lo que leo. Pienso. Sumo, resto, multiplico. Tengo pico de gallo.
Ésa es, vida mía, mi vida.
A veces
quisiera ser un terminator
de metal.
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1 comentario:
Me encantó esta poesía. Suscribo a las confesiones, como si fuera una niña de 30... Sobre todo a la de querer despertar y no salir nunca más a la calle. Además, mis ojos se pegan todos los días (por los lentes de contacto y para evitar ver ciertas cosas...)
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